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Como hacían los trogloditas: durmiendo en casas cueva

Alojamiento en cuevas en Granada

Las cuevas, en tanto que abrigos naturales, han sido utilizadas por el hombre desde tiempos prehistóricos. Además de ser un excelente alojamiento, constituyen un rico patrimonio histórico que merece la pena ser visitado. Subterráneas o excavadas, a pesar de parecer rudimentarias las casas cueva ya incluyen todas las comodidades. Claro que el ‘turismo-troglodítico’ va más allá de casas rurales. Esta nueva modalidad se basa en escoger como alojamiento para pasar unos días una casa construida en una antigua cueva.

En la provincia de Granada, concretamente las comarcas de Guadix y el Marquesado, en Baza-Huescar y en el barrio de la capital granadina del Sacromonte, se encuentran los principales asentamientos de España de este tipo de edificación troglodítica. “Lo mejor de pasar unos días en una casa como estas es dormir bajo tierra”, explica José Manuel Martínez, dueño del complejo turístico Cuevas de Torriblanco en la localidad granadina de Gorafe. “En las habitaciones de la cueva la oscuridad y el silencio son absolutos y eso se nota”, cuenta el dueño, quien afirma que esto es lo que más recalcan sus huéspedes al abandonar el las casas.

Con él coincide el dueño del complejo de casas rurales Cuevas Bardeneras en la localidad navarra de Valtierra, Rubén Mendi. “La gente viene buscando una experiencia nueva –afirma– pero salen de aquí recalcando lo bien que descansan”. La temperatura constante del interior de las cuevas, que oscila entre los 19 y 22 grados durante todo el año, convierte a este tipo de alojamiento en un lugar muy apropiado para el descanso y que a penas necesita climatización artificial.

Mendi destaca también que, como las casas rurales al uso, las cuevas acondicionadas como la suya son un lugar perfecto para pasar unos días en familia o con amigos, y asegura que “los niños llegan muy emocionados por la idea de dormir en una cueva”. “Tenemos servicio de desayuno y absolutamente todo el mundo llega tarde, a todos se les pegan las sábanas”, cuenta como anécdota el dueño de las Cuevas de Bardeneras, un complejo que puede abarcar hasta 52 visitantes en un total de 9 casas cueva.

Este tipo de edificaciones troglodíticas acondicionadas para el turismo, cuentan con la misma equipación que el clásico apartamento turístico. “Nosotros contamos con terraza, barbacoa y salón grande para que si vienen grupos puedan sentirse a gusto”, explica Juan Manuel Martínez, quien destaca que además, sus alojamientos de Granada son 100% sostenibles. “Pintamos las paredes con cal para que la porosidad permita a la cueva respirar”, dice el dueño de las Cuevas de Torriblanco. “Además, la energía que abastece a los apartamentos es eólica”, añade.

Estas cuevas no han sido siempre un cobijo para visitantes. Juan Manuel cuenta que cuando él decidió comprar las tres cuevas que ahora posee, a principios de los 2000, llevaban más de 50 años deshabitadas. “En el siglo XIX esto era una pequeña venta donde la gente del pueblo subía a tomarse un vino, además otra servía como parada para la ‘tartana’, en la que los vecinos se trasladaban hasta los pueblos cercanos”, añade el empresario.

Las cuevas han podido conservar su historia, y para su rehabilitación, no se ha renunciado a una de sus peculiaridades principales. “Las cuevas tienen un agujero en el techo que ahora mismo sirve tragaluz”, explica Martínez, “pero antes estos agujeros servían a los agricultores como vía de entrada para la paja y el grano que acumulaban en algunas estancias de la casa. “Además, hemos mantenido la decoración tradicional de la zona de Granada”, cuenta el dueño de Torriblanco, que destaca también la peculiaridad de la zona en que se encuentran y el bonito paisaje que ofrece la vista al frente de Sierra Nevada.

Un spa que es una cueva

Las cuevas troglodíticas no solo son lugar para dormir. El secreto de la relajación y el silencio que ofrecen las rocas ha contagiado a otro tipo de establecimientos y, aunque sin ayuda de la naturaleza, algunos han sabido aprovecharlo para crear con sus propias manos un lugar distinto que permita a sus visitantes disfrutar de lo mejor del trogloturismo. “No hay nada parecido en España”, cuenta Toño Escobar, uno de los dueños de la casa rural Orgullo Rural de Bermellar, en Salamanca. Escobar asegura que haber convertido el spa de su alojamiento en una cueva ha sido una muy buena idea que atrae a muchos clientes y crear un ambiente único.

“Aquí la gente se relaja y desconecta del exterior”, cuenta el dueño de Orgullo Rural. Escobar asegura que su spa es único en la zona y que la sensación de estar metido en una cueva y en contacto con la naturaleza genera en los que lo disfrutan una relajación absoluta. “Hemos adaptado los chorros del agua a la roca para que de una sensación única”, explica el dueño de Orgullo Rural, quien también asegura que el atractivo que genera la cueva les ha librado de unos años de crisis económica en los que ellos han seguido teniendo una ocupación mínima del 80%.

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