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Suiza en verano, un viaje para reencontrarse con la naturaleza

Imagen del parque natural Alp Flix (Suiza)

Suiza, el país más montañoso de Europa (el segundo, por cierto, es España), es el destino preferido de muchos europeos para hacer una escapada invernal y disfrutar de sus paisajes nevados o de las mejores pistas de esquí. Pero esta nación encuadrada en el corazón de los Alpes ofrece múltiples posibilidades también en verano, aparte de sus ya conocidos quesos, chocolates y ciudades llenas de bancos.

El país de los Alpes está haciendo una fuerte apuesta por impulsar toda una extensa red de parques naturales y ser líder europeo, incluso mundial, del turismo de naturaleza. En sólo 15 años han pasado de tener un gran parque nacional -el Swiss National Park, en el cantón de Grisones al este del país, que funciona desde 1914- a disponer de 19 parques nacionales, regionales y en proyecto. Una enorme mancha verde de naturaleza, cultura y tradiciones suizas que ahora podemos disfrutar, conocer y descubrir con todas las garantías y servicios a nuestra disposición.

Para visitar Suiza lo más cómodo es desplazarnos a Zúrich, que es uno de los principales aeropuertos del centro de Europa y tiene conexión directa con las principales ciudades de España y con las capitales europeas. Y ya que estamos, vale la pena invertir un día en visitar esta ciudad rodeada de bosques y de agua por todos lados.

Zúrich cuenta con una extensa y completa red de transporte púbico, tanto de tranvía como de autobús y tren (toda Suiza destaca por su gran conexión), así que no dudes en desplazarte haciendo uso de ella. Te lleva a cualquier punto. Lo primero que te llamará la atención al dar una vuelta por el centro de la ciudad es que hay fuentes de agua por todas partes. Algo que por cierto también encuentras en muchos pueblos de montaña. Son fuentes de agua potable y mineral, limpia y fresca, así que no dudes en beber de ellas si el calor aprieta y en rellenar tu botella para el viaje. No vale la pena que compres agua mineral cuando estás rodeado de ella totalmente gratis.

En tu recorrido por la ciudad vieja hallarás numerosas iglesias de altos campanarios. La más destacada es la Iglesia de San Pedro, que cuenta con el reloj más grande de Europa de 8,3 metros de diámetro. Sube a lo alto de la ciudad antigua, donde se encontraba la antigua fortaleza y ahora hay una explanada de tilos, para disfrutar de una vistas impresionantes de la ciudad. Al bajar, date una vuelta por la plaza Paradeplatz, la calle Bahnhofstrasse y alrededores, que es la sede de los principales bancos y tiendas de moda más exclusivas. Aunque no vayas a comprar ni a abrir una cuenta, vale la pena por sus lujosos escaparates y los coches de alta gama que irán pasando, que por un momento te harán sentir que estás en el mismo Mónaco.

Al lado mismo tienes la catedral o Grossmunster, encuadrada en una bella y amplia plaza, que durante la Edad Media fue el centro del poder político de Zúrich, ya que hasta la reforma protestante era el obispo quien ejercía el control de las tasas, impuestos o el comercio. La catedral y el claustro del monasterio adjunto se pueden visitar, como muchas otras iglesias de la ciudad, pero si te piden pagar por entrar, no vale la pena que lo hagas, ya que como consecuencia de la reforma protestante se eliminó la decoración interior y hasta los órganos de las iglesias -los protestantes consideraban que a la iglesia se iba a rezar y no a ver arte o escuchar música-.

Caminando te encuentras con el gran lago de Zúrich, rebosante de vida social. Puedes detenerte a tomar un café o coger un barco que te lleve a la otra parte del lago. Las aguas son cristalinas, y si eres un poco atrevido, hay un trampolín de más de 10 metros de alto desde el que poder tirarte a darte un chapuzón.

El parque natural de Beverin

Como hemos dicho, la red de transporte público de Suiza es excelente. Todo está conectado mediante tren y autobús, hasta el pueblo más pequeño. Desde Zúrich podemos plantarnos en plena montaña, en un pueblo de 10 habitantes a casi 2.000 metros de altura, con transporte público en sólo hora y media. Por eso, cojamos un tren con destino al sureste y pongamos rumbo a Wergenstein, corazón del parque natural de Beverin, en el cantón de los Grisones.

El parque de Beverin es el reflejo de la Suiza más verde y la vez rural y tradicional, esa que aún conserva la lengua romanche entre sus habitantes y que sigue produciendo el queso en pequeñas granjas familiares en lo alto de la montaña. Es además “el hogar de los capricorns –cabras montesas-“. Tanto, que hasta este animal sale reflejado en la bandera del cantón. En Wergenstein encontrarás el Center da Capricorns, que además de ser un centro de interpretación del parque, es un acogedor y cuidado hotel de madera con vistas privilegiadas.

Equípate y prepárate para el senderismo. En Beverin puedes recorrer las verdes montañas haciendo la Vía Capricorn o la Vía Spluga. Si lo tuyo es el senderiamo de un día, puedes hacer un tramo de una de las vías y volver a dormir a Wergenstein. Si vas a por todas, no te preocupes. Recorrer ambas vías puede llevar 3 ó 4 días cada una, pero por el camino hay albergues señalizados. Algunos de ellos no tienen duchas, pero están bien equipados.

En tu camino por lo alto de las montañas de Beverin encontrarás multitud de riachuelos de aguas cristalinas, vacas, marmotas y con un poco de ojo verás los capricorns que dan fama a la región. Y contemplarás de cerca la nieve, en los picos más altos, aunque estemos en verano. Las montañas de Beverin también son la morada de algunos de los mejores quesos suizos. No tengas problema en hablar con los granjeros, son amables y muchos saben expresarse en inglés y puede que te enseñen o expliquen el proceso de producción. Los granjeros ordeñan las vacas y fabrican el queso in situ. Pueden elaborar ocho toneladas de queso por granjero en 80 días de verano.

El parque de Ela – Alp Flix

Al lado del parque de Beverin se encuentra el parque de Ela, famoso por su agroturismo. En autobús puedes llegar perfectamente desde Wergenstein. En la zona de Alp Flix se dice que “viven más vacas que personas”, así que puedes hacerte una idea de que todo lo que te vas a encontrar es plenamente rural. Esta zona es la preferida por muchos jóvenes suizos para pasar unos días de vacaciones, alquilando una casa rural, e incluso por los escolares que acuden a modo de granja escuela.

En Alp Flix puedes encontrar en Cotti Agricultura, un establecimiento rural con granja, unas cabañas climatizadas para dormir en plena naturaleza.Y si eres más de hotel, te puedes alojar en el Hotel Berghaus Piz Platta, otro hotelito de madera con unas vistas al valle y las montañas.

El parque de Ela es perfecto para el senderismo por sus verdes praderas y lagos durante los meses de junio y julio, cuando las flores están en su pleno apogeo y el paisaje se tiñe de múltiples colores. Durante tu ruta por las sendas y caminos de Alp Flix aprovecha para buscar setas y arándanos silvestres. Son por cierto deliciosos y plenamente comestibles. Esta zona es la más ‘setera’ y en la época alta de las setas se llena de italianos dispuestos a arrasar el monte (hasta el punto de que el Gobierno ha puesto un límite de 2 kilos por persona al día).

En esta zona también son habituales las barbacoas en medio del monte. Sí, se puede hacer fuego en el bosque en los lugares habilitados para ello. Y los suizos son tan apañados que hasta dejan la madera preparada en las zonas de barbacoa para que tú sólo debas llevarte la comida, los amigos y las ganas de pasar una agradable jornada en plena naturaleza.

De todas las vías, caminos y rutas que puedes hacer en la zona de Grisones y Beverin, la Vía Mala es la más impresionante y bella. Está enclavada en medio de una profunda garganta excavada durante miles de años por un glacial, entre dos montañas de cientos de metros en las que casi no penetra el sol. La Vía Mala ya era una ruta comercial y un paso entre las montañas en la época del Imperio Romano. Su nombre no es casual y viene de aquellos tiempos. Sí, es ‘mala’ porque imagínense cruzar por la ladera escarpada de una montaña con una profunda garganta a tus pies hace 2.000 años, sobre todo en las temporadas de lluvia y nieve.

Esta vía conectaba el norte y el sur de Europa. Milán con Viena. Italia con el Imperio Austrohúngaro. Y durante siglos fue una fuente de riqueza comercial para los suizos. Tanta importancia tenía que cuando se construyó el nuevo paso de Vía Mala (que sustituía el antiguo de la época romana) lo pagó íntegramente el reino de Italia, interesado en tener una buena conexión. Pero con la apertura de otras rutas y la llegada del ferrocarril la vía cayó en desuso y perdió su esplendor comercial, y en 1903 los suizos la convirtieron en una atracción turística.

En Vía Mala pagas un ticket (no es muy caro) y puedes bajar por las escaleras de piedra hacia el fondo de la garganta para contemplar la acción de la naturaleza a lo largo de los siglos. Hoy el río no lleva mucha agua, pero en el pasado su caudal fue abundante. Una vez visitada la garganta, adéntrate en algunos de los caminos que se abren a los lados de la carretera.

Ticino-Parque de Locarnese

Suiza no es un país de grandes dimensiones, pero eso no es impedimento para que sea un crisol de culturas. Un cruce de caminos entre Francia, Italia y la zona germanófila de Alemania y Austria. Por eso, si nos dirigimos más al sur, a la región de Ticino, podremos disfrutar del entorno natural en un marco y ambiente completamente distinto. Ticino alberga el Parque de Locarnese (Locarno), que actualmente está en proyecto (ya sabéis, los suizos lo votan todo, también si quieren que su región sea parque natural), y que es como transportarte a un rincón de Italia pero en tierras suizas.

En Ticino hablan italiano, comen como italianos (ves preparándote para la polenta y el fiambre), son católicos como los italianos y hasta comparten el Lago Mayor con Italia, pero no por ello dejan de sentirse los más suizos. Esta región está enclavada en los pies de los Alpes y ello provoca un clima más calurosoque en la zona de las montañas. Es por ello uno de los lugares preferidos de veraneo de los suizos.

Un buen lugar para alojarse es Ascona, un bello pueblo a orillas del Lago Mayor con buenos y variados hoteles. En esta región vale la pena pararse a disfrutar de la gastronomía e ir a cenar a una de sus ‘grottos’, restaurantes que reciben este nombre porque antiguamente tenían cuevas que servían de neveras naturales para conservar la comida. Las mesas de los restaurantes son de piedra, grandes rocas talladas. No puedes dejar de probar el vino Merlot y la cerveza de la zona. Si lo pides tinto, te lo servirán en un cuenco de cerámica.

En la localidad de Vergeletto puedes coger una cabina telesilla que te lleva a lo alto de las montañas, a más de 2.000 metros, a una zona perfecta para el senderismo.

Curiosidades

– El euro y el franco suizo están en la actualidad a la par, valen prácticamente lo mismo, así que no tendrás problema en saber cuánto valen las cosas. Eso sí, cuidado con las comisiones si cambias dinero en un banco.

– En el cantón de los Grisones también encontrarás la localidad de Obermutten, un pueblo famoso porque a todos los que les ponen ‘me gusta’ en Facebook les imprimen la cara y la pegan en las paredes del pueblo. Así que búscales en la red social y dales ‘like’.

– Los suizos beben mucho zumo de manzana, el cual suelen mezclar con agua mineral o con gas. Que no te resulte raro si te lo ofrecen en algún lado.

– Otro refresco típico es la Rivella, producido a partir de suero de leche, pero que parece más una gaseosa. Su sabor es extraño de explicar. Así que pruébalo a ver qué te parece.

– Los suizos se despiden con tres besos. Te saludarán dándote la mano, pero si coges confianza y se lanzan a darte tres besos en la mejilla en lugar de dos, que no te parezca raro.

– Suiza es el país de los trenes. Tanto que existe el tren de las galletas o del chocolate, que te llevan a fábricas de estos productos. También te puedes topar con el vagón de Starbucks y se están planteando hacer vagones de la cerveza.

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