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El Alentejo portugués, "más allá del Tajo" pero muy cerca

EUROPA PRESS

  • Es perfecto para el turismo rural: tiene cinco parques y reservas naturales.
  • Évora y Elvas son dos de los secretos mejor guardados de Portugal: ambas son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
  • La reserva natural del río Sado, en Setúbal, muestra algo casi único en Europa, una comunidad de delfines.

Évora

Portugal es un país maravilloso de gente encantador –dicen que más educada que en España–. Y lo tenemos a la vuelta de la esquina: ni siquiera hay que coger avión. De entre sus muchos tesoros, hoy miramos a un enclave poco habitado y que puede servir como refugio natural para los que desean pasar un par de días desconectados de todo lo demás. Es Alentejo, que significa literalmente en portugués, “más allá del Tajo”.

Se trata de una región céntrica de Portugal situada entre el río Tajo y El Algarve. Su terreno está formado por dehesas e interminables planicies de alcornoques, viñedos, plantaciones de olivo y un extenso litoral de playas salvajes. Con cinco parques y reservas naturales, Alentejo es un lugar perfecto para los amantes del turismo rural. La primera parada del recorrido de los visitantes puede ser el parque natural de sierra São Mamede, en el distrito de Portalegre, un lugar donde la naturaleza es de lo más salvaje y exuberante.

Al norte del parque se pueden contemplar campos de castaños, robles, alcornoques y encinas y en el otro lado, las laderas verdes que bordean las riberas los viñedos. Como en toda la región, en São Mamede se pueden visitar las tradicionales y encantadoras villas de casas bajas y pintadas de blanco unidas por calles empedradas. Además, desde algunas localidades se pueden iniciar rutas de senderismo y recorrer alguno de los ocho caminos pedrestres del parque en los que se pueden encontrar muestras de la arquitectura clásica como puentes romanos, menhires del megalítico o castros anteriores a la Edad Media.

Otro lugar para no perderse es el parque natural del valle del Guadiana, localizado al sur de Mértola. Este parque se caracteriza por ser una zona de contrastes y sin duda, merece ser visitado. El enclave ofrece paisajes muy diferentes, formados por los valles encajados por los ríos y sus afluentes, que resaltan frente la planicie agrestre que acoge los típicos cultivos de secano. Aquí se puede visitar también el molino de Canais, las aceñas de Mértola o el puesto de pesca de Penha d’Águia y el curioso accidente geormológico formado por la Mina de S.Domingos y la playa fluvial de Tapada Grande.

Elvas, Évora y avistar delfines

Évora y Elvas son dos de los secretos mejor guardados de Portugal; ambas son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Siendo más grande y turística, Évora alberga restos romanos arquitectónicos que no se pueden dejar de visitar. Además allí se encuentra la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, que es la más grande del país y que según algunas informaciones, guarda el órgano más antiguo del mundo.

A tan solo 19 kilómetros de la frontera española (Badajoz), Elvas nos recibe con sus casas bajas y blancas. La localidad cuenta con una muralla que en sus tiempos ejerció como bastión defensivo que protegía a los vecinos de las continuas invasiones vecinas. Sin duda, el acueducto de Amoreira es uno de los lugares más especiales de Elvas. Formado por 843 arcos, el colosal monumento que se tardó más de un siglo en construir, era el encargado de abastecer de agua a la ciudad entera.

La reserva natural del río Sado, lugar de marismas y salineras de época romana, justo en la desembocadura del mismo, en Setúbal, se puede contemplar algo casi único en Europa, una comunidad de delfines. Viven en la desembocadura y se han convertido en un símbolo de esta parte de la región. Los conocidos por los locales como “roedores corvineros”, por su predilección por roer las redes de los pescadores, se pueden avistar desde la costa, pero es recomendable dar un paseo en barca por el lugar para asegurarse de conocer a estos simpáticos vecinos y descubrir los rincones más bonitos del río Sado.

Y en mitad del camino, vino y bacalao

Como casi todo Portugal, Alentejo también es zona de vino. La zona cuenta ya con casi 300 productores que representan casi el 50% de la producción del país con unas 19.000 hectáreas de viñedo. El secreto del vino alentejano está en el clima. La regularidad de las temperaturas, que se mantienen bastante estables durante el año y las pocas lluvias, aportan al producto de la zona un sabor singular que ha conquistado los mercados de medio mundo.

¿Y para comer? Como no podía ser de otra manera, bacalao. Uno de los platos típicos de la región es la Açorda alentejana. Un guiso de origen humilde que conjuga a la perfección los ingredientes de la gastronomía portuguesa. Hecha de pan duro, huevos, cilantro, ajo y bacalao, la açorda es sin duda, una sopa que los visitantes deberían probar.


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